Este extenso pero muy interesante artículo escrito por Gustavo Gorriti en la Revista Ideele es de lectura obligatoria: He visto el mundo durante seis décadas y pico; y como viví la mayoría de ellas en el Perú, no he visto poco. Recuerden lo que se reclamó en su momento como único y original: empezó con el “Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada” que se consideraba a sí mismo la solución superior al enfrentamiento entre capitalismo y comunismo; un nuevo y mejor diseño de ingeniería social para los pueblos del presente y el futuro.
Luego, cuando esa flota de siglas imposibles (Sinamos, Epchap… ¿recuerdan?) encalló en las grises decepciones y las vueltas de página sin análisis, Sendero Luminoso se injertó a la fuerza en nuestra Historia y le clavó en las entrañas la mitología maoísta que lo animaba. Fue una de las últimas expresiones de los grandes fanatismos seculares en guerra; a partir de ahí, los fanatismos volvieron a sus raíces religiosas y dejaron de matar por una interpretación febril de la razón para hacerlo por otra de la fe.
Mientras esa sintética ópera china ensangrentaba los Andes tuvimos al Presidente más joven del mundo, prodigioso demoledor de casi todo menos de su fortuna personal (cosa en la que, para ser justos, no fue, ni mucho menos, la excepción).
Luego, elegimos a un japonés para enfrentar a los chinos. La guerra renovada en esa Manchuria de mentiras donde la sangre y el dolor fueron siempre muy reales.
Un espía de historieta —por la exageración bidimensional de sus características— nos gobernó desde la sombra pero robó junto con el japonés con un pragmatismo de 3D.
Cuando ésos cayeron, no terminaron las sorpresas. Tuvimos un presidente que le repetía a todo el mundo, como si temiera olvidarlo, que él era “un accidente de la estadística”, pero cuyos defectos fueron estadísticamente ordinarios hasta el bostezo. Y luego volvió el que antaño había sido el joven presidente destructor, el notable sociópata que se convirtió en el mejor enemigo de su pasado mientras emprendía una metamorfosis que duplicó su volumen y lo convirtió en un retrato algo impresionista de esos millonarios dickensianos del siglo XIX que salían en los cuadros/moraleja reventando de prosperidad mientras decían “yo vendí al contado”, al lado del flaco quebrado que gemía “yo vendí al crédito”.
No se puede decir que haya faltado variedad. No hubo nunca ocasión de aburrirse, aunque los resultados nos indiquen que nos hubiera hecho mucho bien una época de industriosa monotonía.
Pero así y todo, les digo que en la segunda vuelta de esta campaña electoral veremos cosas nuevas.
Ya es un corso de disfraces, donde cada hora y cada cuadra representa un nuevo maquillaje, una nueva representación.
Antes de la primera vuelta, en la opinión de muchos expresada por Vargas Llosa, Humala y Fujimori eran el cáncer y el sida. Pero ahora, en la segunda vuelta, ya hacen todo el esfuerzo por presentarse como el tónico y la vitamina.
Es un corso colorido en el que todos vemos el cambio de disfraces pero somos prisioneros de la circunstancia, rehenes del dilema: nosotros y cada uno de ellos.
Es que pasaron a la segunda vuelta los candidatos más disciplinados, con mejores campañas pero que a la vez, por sus trayectorias antidemocráticas, son los que suscitan las más vivas resistencias, el mayor antivoto de quienes defendemos la democracia y nos quedamos sin candidato. Mejor dicho, nunca lo tuvimos.
Y nosotros tenemos que decidir. Varios lo han hecho ya, incluyendo por cierto a Vargas Llosa, que ha vuelto a ser acremente insultado por la misma canalla pituca que lo hizo durante la peor parte del fujimorato.
Pero muchos no hemos decidido todavía y tendremos que hacerlo en la primera quincena de mayo. La última quincena de ese mes será la de los disfraces más extremos y las contorsiones más faquirescas. Y será sobre todo la apoteosis de la contracampaña, de los ataques entre uno y otra, donde lo difícil, dado que hay tantos blancos, es no acertar.
Pero si alguno o varios de los ataques revela algo mucho más escandaloso de lo que ya conocemos, u organiza y presenta mejor lo ya sabido, entonces podrá haber un cambio en la decisión de voto. Y claro que puede haber sorpresas, de manera que creo que nada estará decidido hasta la última semana.
Veremos desfilar a free-market Humala compitiendo contra human rights Fujimori. Ojalá no tiemble la tierra.
¿Por quién tienden a decidirse los indecisos? En general, quienes le dan mayor valor a la democracia liberal como sistema de gobierno, orientarán su voto hacia Humala. Quienes le otorgan mayor valor al “modelo” económico prevalente, tenderán a votar por Fujimori. Por eso, en las tácticas de campaña en los días siguientes, Ollanta tendrá la tentación, y seguro que el consejo de sus asesores, de actuar como free-market Humala (recuerden que ya lo hizo García). A su turno, Fujimori tratará de caviarizar todo lo posible su discurso aun a riesgo de que se le aflojen los dientes. Así que veremos desfilar a free-market Humala compitiendo contra human rights Fujimori. Ojalá no tiemble la tierra.
En este escenario, tan lejos de lo deseable, puesto que lo ideal ya ni se menciona, hay que decidir.
Yo pienso aguantar la decisión hasta saber si Humala va a jurar o no su adhesión entera y sin reservas a la Democracia. Hablo de un juramento solemne, hecho ante ciudadanos prestigiosos de la república y observadores señalados del exterior como testigos, en el que Humala jure hacer propios y defender como un valor sagrado los puntos que definen una Democracia (elecciones libres, no reelección inmediata en el caso del Perú, protección de los derechos humanos y las libertades ciudadanas, defensa de la libertad de expresión y de prensa, defensa del equilibrio de poderes, defensa de los derechos de las minorías, defensa de la Constitución y las leyes). Jurar y firmar.
¿Se puede perjurar? Seguro que sí. Todo contrato, hasta los mejor pensados y elaborados, puede ser burlado. Pero cuanto mejor el contrato, más alto el costo de violarlo. Algo que haya sido jurado y suscrito ante el Perú y el mundo, no puede romperse con facilidad. Y si se lo hace, el costo eventual será mucho mayor. Basta mirar a las cárceles hoy para saber dónde terminan quienes perpetran abusos pensando que su poder no concluirá.
¿Puede hacer Fujimori el mismo tipo de juramento? Puede. Y si Humala no se apura, puede ganarle la iniciativa.
¿A quién creerle más? La coalición de fujimoristas (de geishas antaño vergonzantes y ahora rozagantes, de empresarios mercantilistas y de quienes medraron en el fujimorato, la pasaron mejor con la democracia pero que ahora chorrean feromonas cada vez que intuyen un kimono), busca presentar a Humala como un mentiroso en serie, que devastará el crecimiento logrado y será la mascota de Chávez. Humala miente, gritan y repiten, ¿no se dan cuenta?
Lo que se guarda de decir este grupo, que en el aspecto periodístico ha emprendido una campaña de propaganda y desinformación verdaderamente nauseabunda en su desprecio por la verdad de los hechos, es que por cada mentira de Humala (que las ha habido) hay cinco de Fujimori.
¿Que Humala estuvo cercano a Chávez? ¿Y Fujimori no? ¿Nos hacemos los tontos? ¿Que Humala tiene en sus filas a dirigentes cocaleras? ¿Y Fujimori no tiene en las suyas a defensores de los principales narcotraficantes del país y de los peores corruptos también?
La guerra de desinformación, propaganda y mentira pura ya ha empezado, pero ahora, sobre todo después de las últimas encuestas, va a manejarse como un coordinado frente. Todo el grupo El Comercio, manejado sobre todo por la fujimorista radical Martha Meier, secundada operativamente entre otros por Fritz Dubois, ese compendio de conflicto de intereses no declarados, buscará destruir a Humala.
Los secundará todo el grupo Epensa y, en televisión, el canal del renegado Baruj Ivcher arreciará su retorno al fujimorismo desvergonzado de los 90.
Todos ésos, con el respaldo de la Confiep, como en los días de “¡chino, chino, chino!”, utilizarán la información de un modo que hubiera avergonzado a la gente de Pravda e Izvestia en los años de la URSS.
Por lo pronto, la fujimorista Meier y el grupo que domina ya contrató, sin informar siquiera a la todavía directora de prensa, Laura Puertas (ni tampoco a Chicho Mohme, que se encuentra en riesgo de terminar como graffiti en la pared) a Jaime Bayly, para que trate de hacerle a Humala lo mismo que hizo con Lourdes Flores.
Ése es el nivel. El problema es que puede seguir bajando y bajando. Si la Meier trae a Bayly, ¿alguien va a traer a Corbacho? Parece que en estos tiempos de farándula, las polémicas más reveladoras son entre aquéllos que se conocen en profundidad.
Etiquetas: Analistas Políticos, Corrupción Política, Democracia, Dictadura, Elecciones Perú 2011, Fuerza 2011, Gana Perú, Gustavo Gorriti, Keiko Fujimori, Ollanta Humala, Segunda Vuelta
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