lunes, 16 de mayo de 2011

PENSARÉ MUCHO MI VOTO. Por Carlos Basombrío

Siguiendo con los análisis y juicios de personalidades del mundo político nacional, tenemos este artículo escrito por Carlos Basombrío titulado Pensaré mucho mi voto, que ha sido publicado en la Revista Ideele, en la cual nos da su punto de vista de las recientes elecciones y la posición que asumirá en esta segunda vuelta:

Nadie en su sano juicio puede cuestionar la legitimidad de los resultados electorales del 10 de abril. Han sido elecciones totalmente libres y competitivas: Ollanta Humala y Keiko Fujimori han ganado en buena lid su pase a la segunda vuelta. Eso está fuera de toda discusión.

Pero hay vencedores y derrotados y yo formo parte de los segundos.

Para mí el tema del mal menor se jugaba en la primera vuelta, no en la segunda. Los candidatos que han pasado eran y son para mí males mayores. No es que tuviera un candidato presidencial que suscitara mi entusiasmo o por el que hubiese trabajado sin dudarlo. Lamentablemente, hace tiempo que me acostumbré a que eso no exista. El mal menor para mí era Toledo, y en los últimos días, cuando se supo que el chakano no pasaría a la segunda vuelta, mi segundo mal menor fue PPK.

Me siento profundamente triste, decepcionado y preocupado por el resultado. Me parece que el Perú ha entrado en una etapa de polarización muy peligrosa. Considero que los candidatos con más propensiones autoritarias son aquellos que han pasado a la segunda vuelta.

En términos de democracia y derechos humanos, que, creo, son las consideraciones que se deben poner delante de cualquier otra, los dos candidatos me preocupan muchísimo, y no solo por lo que puedan hacer, sino por lo que ya hicieron.

Keiko Fujimori viene de un gobierno que destruyó la democracia, que presidió la orgía de corrupción más grande que recordemos, que violentó las libertades públicas y que violó reiteradamente los derechos humanos. Dice ella que ha cambiado y que además las circunstancias son otras, así que en un eventual gobierno suyo las cosas serían diferentes. Asegura, además, que no indultará a su padre. Me cuesta creerle.

Ollanta Humala fue el Capitán Carlos en Madre Mía, acusado de crímenes contra la humanidad. Es verdad que fue absuelto por el Poder Judicial. Pero tengo la profunda convicción de que la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos tenía razón y que consiguió ese resultado a través de prácticas nada santas. Ollanta Humala admitió públicamente, a través de RPP, su apoyo -si es que no su liderazgo- en el "Andahuaylazo", una insurrección contra un gobierno legítimo y democrático en el 2005, que llevó a la cárcel a su hermano Antauro. Dice ahora que respetará la Constitución y los derechos humanos. También, que no indultará a su hermano. Me cuesta creerle.

Pasando a otro tema, no menos importante, el del desarrollo económico, también tengo serios reparos a lo que puedan hacer ambos. Temo sinceramente que las políticas populistas y estatistas de Humala arruinen lo que se ha avanzado para el bienestar de los peruanos. Aun reconociendo que en materia de políticas públicas en la lucha contra la pobreza se ha hecho mucho menos de lo necesario, sigo pensando que estábamos esencialmente en el camino correcto. Ahora Humala dice que va a ser un moderado, que no va a aplicar un esquema chavista y que solo va a hacer cambios redistributivos. Me cuesta creerle.

Keiko Fujimori no incluye en su programa de gobierno cambio alguno, y eso también me preocupa. Si repite lo de Alan García, bajo cuyo mandato se desperdiciaron los años de bonanza económica para hacer cambios indispensables que se requerían en educación, salud, justicia y seguridad y así avanzar a un país en el que haya igualdad de oportunidades, el Perú podría terminar estallando. En campaña insiste en convencernos de que es capaz de hacer esas reformas. Me cuesta creerle.

¿Por qué no les creo? Porque ambos necesitan jugar a ser centristas, moderados y convocantes para ganar los votos de aquéllos que, como yo, no votamos por ellos. ¿Cómo saber entonces que lo que ofrecen es cierto y no simplemente estrategia de campaña? A los peruanos los políticos ya nos han engañado tantas veces, que se hace difícil que ahora les creamos con tanta facilidad.

En esta etapa confieso que mi tentación profunda es la del voto viciado. Una decisión que sé que no tendría efectos políticos, pero que sería concordante con mi desazón.

Ahora bien: faltan dos meses para las elecciones. A diferencia de la primera vuelta, no voy a tratar de convencer a nadie de hacer una u otra cosa. No critico a nadie que ya haya tomado su decisión. Pero, por mi parte, voy a observar, escuchar, analizar y, como muchos peruanos, tomaré mi decisión al final. Quizá frente a la cédula de votación escoja entre uno de los dos. Quizá mantenga mi voto viciado. No lo sé.

Lo que me preocupa es que, en cualquier escenario, lo más probable es que vivamos años muy complicados y tensos, con desenlaces imprevisibles. Puede que al final los males mayores terminen siendo males menores o incluso algo mejor que eso; pero que cualquiera de los dos nos podría llevar hacia un escenario catastrófico, no está descartado para nada. Pensaré mucho mi voto.

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1 comentarios:

A las 27 de mayo de 2011, 16:02 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Retroceder nunca, Ollanta es la voz

 

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