domingo, 12 de junio de 2011

FERNANDO ROSPLIGLIOSI: BUENA CAMPAÑA, MALA CAMPAÑA

Y como penúltimo posteo les dejo la columna de Fernado Rospigliosi en el diario La República, la que bajo el título de Buena Campaña, Mala Campaña, analiza las virtudes y defectos realizados por Ollanta Humala de Gana Perú y Keiko Fujimori de Fuerza 2011 en las recientes elecciones presidenciales, cuya segunda vuelta tuvo un final de infarto:

Ollanta Humala ganó porque tuvo una excelente campaña, realizada por profesionales. Keiko Fujimori perdió porque tuvo una pésima campaña, conducida por aficionados.

Esta verdad tan sencilla es ignorada por la mayoría de los políticos peruanos que todavía no entienden que las campañas, como la mayoría de las actividades de la vida, requieren de expertos en la materia.

El gran acierto de Humala, o de alguno de sus asesores, fue contratar a los consultores brasileños. Y hacerles caso.

Su primera tarea fue cambiarle la imagen, de radical chavista a moderado lulista. No solo fue el programa sino también la vestimenta –pasó del polo rojo al terno y la corbata–, el discurso y los gestos, como el de visitar al cardenal.

Muy importante, Humala, a diferencia de otros candidatos, acató disciplinadamente todas las recomendaciones de los expertos.

Las barreras

Humala tenía muchos flancos débiles y le construyeron barreras para protegerlo de los ataques. Al día siguiente de la primera vuelta, Humala ya estaba en movimiento, abriéndose hacia aquellos que lo rechazaban y atacaban. Conquistó innumerables apoyos.

Humala era ampliamente considerado un seguidor de Hugo Chávez, cuando no una marioneta del dictador venezolano. Pero consiguió el entusiasta respaldo de Mario Vargas Llosa, el más feroz y consistente crítico de Chávez. Los ataques a ese flanco no le hacían ya tanto daño.

Humala es un golpista antidemocrático que trató de derrocar, en complicidad con su hermano Antauro, al gobierno de Alejandro Toledo con la asonada de Andahuaylas, como se encargó de recordar reiteradamente Jaime Bayly. Pero logró el incondicional apoyo del propio Alejandro Toledo. Las acometidas por ese lado no eran tan eficaces.

Humala es un violador de los derechos humanos. Cometió atrocidades en Madre Mía, denunciadas en su momento por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH). Pero obtuvo el respaldo de todas las organizaciones defensoras de los DDHH, que enmudecieron repentinamente respecto a los crímenes de Humala e hicieron campaña recordando los latrocinios del padre de su rival.

Así, la campaña de Humala neutralizó buena parte de los asaltos de sus adversarios, cerrando las brechas con la ayuda de sus antiguos críticos.

Negativa

Los asesores brasileños reaccionaron con rapidez al final de la campaña para socavar las fortalezas de Keiko Fujimori. Las encuestas mostraban que ganaba en mujeres y jóvenes. La campaña de Humala puso en el aire dos spots dirigidos específicamente a esos sectores (el de jóvenes era muy bueno). Y al final desarrolló una implacable campaña negativa con el caso de las esterilizaciones.

Antes habían tenido también varios spots negativos contra Keiko, con similar contenido pero variando personajes: un bodeguero, un ama de casa en la cocina.

El debate, una semana antes de la elección, fue favorable a Humala por la sencilla razón de que puso un solo tema, negativo: Keiko es igual a su padre, su gobierno sería una repetición de los 90. Lo repitió muchísimas veces, única manera de que quede grabado en la mente de los millones de electores. Keiko dijo quince o veinte cosas distintas. No quedó nada.

Encerrada

La principal debilidad de Keiko en la segunda vuelta era lo que fue su fortaleza en la primera: el recuerdo de la década de 1990, su identificación con Alberto Fujimori. Necesitaba abrirse a sus críticos. No lo hizo. Permaneció encerrada en el mismo círculo.

La crítica de sus adversarios era creíble porque estaba rodeada de la misma gente de los 90. Peor aún, varios eran políticos torpes que cometían gruesos errores y tenían que ser sacados de la escena.

La campaña de Keiko no hizo nunca el más mínimo esfuerzo por abrirse. Su única conquista fue Hernando de Soto. Y la última semana, cuando ya era muy tarde, PPK, Luis Castañeda, Meche Aráoz.

Pero, finalmente, todas son personas afines a Keiko. Lo que ella necesitaba, sobre todo, era gente del otro extremo. Lo que hizo Humala, pero a la inversa.

Aficionados

La publicidad de Keiko fue mediocre y jamás reaccionó con rapidez ante los acontecimientos. La culpa no la tienen los publicistas sino la campaña. Contratar publicistas comerciales para una campaña política es uno de los errores más frecuentes de los candidatos.

La raíz del error de Keiko puede deducirse, es muy común. Ella llegó a la segunda vuelta casi sin hacer nada, con los votos del padre. Pero creyó que era por su buena campaña. Se quedó con los aficionados que la asesoraban, suponiendo que eso bastaba. Pero, como se demostró, para enfrentar a profesionales se requieren profesionales.

Lo estrecho del resultado evidencia que con algo de mejor campaña el desenlace hubiera sido diferente.

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