Y seguimos con noticias relacionadas a Álvaro Vargas Llosa, quien se ha convertido en uno de los defensores más acérrimos de Ollanta Humala (bueno, junto a su padre), hoy tengo para ustedes esta entrevista realizada por Patricia Wiesse y Ricardo Saravia de la Revista Ideele publicada en el Diario 16 con muchos puntos esclarecedores:
En su artículo 19 razones para votar por Ollanta dice que lo hará con cierta alegría, a diferencia de su padre que lo hará sin pizca de alegría. En este momento, Álvaro Vargas Llosa apoya la candidatura de Ollanta Humala con la misma vehemencia que cuando lideró la campaña del voto viciado frente a Toledo en el año 2006. Sostiene que para él, así como para su padre, la política es un asunto moral.
-Tu posición ha sorprendido porque tiene un matiz diferente en relación a los que apoyan la candidatura de Ollanta Humala. Tú vas a votar sin taparte la nariz. ¿Cuál es ese matiz que has añadido?
Es que voy más allá de cerrarle el paso a la dictadura y preservar la democracia. Añado una segunda razón: empiezo a creer, cada vez con más fuerza, que se está abriendo una posibilidad muy interesante para el Perú, que puede ser liderada por alguien que tiene una gran legitimidad social en un sector muy importante. Se puede crear una fuerza que pueda completar la tarea de darle al modelo político una mayor sustancia para que la gente crea en las instituciones y no estemos cada cierto tiempo viendo el resurgimiento de caudillos y, al mismo tiempo, incorporar a un tercio de la población a la economía de mercado. Desde luego que yo no puedo dar garantías de que esto va a ser así, es un proceso complejo y dentro del humalismo hay tendencias de distintos tipos, así como posiciones radicales que pueden llegar a ser peligrosas. Pero viendo el cambio del propio Ollanta se puede dar una gran coalición social. Si eso fuera así, sería algo extraordinario para el país.
-¿Esta hubiera sido tu posición si quienes compitieran con Keiko fueran Toledo o PPK? ¿O es que en Humala ves ciertas cualidades especiales?
Yo las vi siempre, incluso en la primera vuelta. Yo no voté por Ollanta en primera vuelta porque, efectivamente, el plan de gobierno que tanto están criticando es trasnochado e inaplicable en el Perú. Había elementos que aconsejaban no votar por él y, desde luego, con las vinculaciones que había tenido en años pasados, era bueno darle un castigo, es decir, obligarlo a probar su evolución. Él ha entendido que no tiene un mandato para su programa original, y que hay un sector medio que está dispuesto a jugarse por él a cambio de una evolución a una izquierda moderada.
-¿Y por quién votaste en la primera vuelta?
Mi candidato fue Toledo.
-Cómo cambian los tiempos, Venancio.
Sí, sí, lo sé, pero la política está hecha de nombres y caras reales y no de las figuras que se conciben en un mundo ideal. Mi candidato ideal, y siempre lo he dicho, es una mujer de tendencia liberal que crea en la libertad económica y en los derechos humanos, de alrededor de 50 años. No existe, no la hay. Por descarte llegué a Toledo, que me parece que no hizo una buena campaña, que se dejó llevar por la soberbia, como en el pasado, y que se distrajo en peleas de perros con otros demócratas cuando el verdadero enemigo era el fujimontesinismo.
-¿Y qué te pareció la candidatura de Kuczynski?
Me pareció siempre un acto de gran irresponsabilidad, de frivolidad porque en una campaña en la que la opción fujimorista tenía desde el comienzo una aceptación mayor de la conveniente, la división del voto democrático era un gran peligro. Me pareció que él estaba jugando con fuego.
-Tú has dicho que uno de los males de la política peruana es que se ve interrumpida cada cierto tiempo por un caudillo. ¿Por qué no te parece que ese caudillo puede ser Ollanta Humala?
Claro que hay un riesgo de que lo sea; en cierta forma él es el producto del repudio a las instituciones que un sector importante de la población siente desde hace mucho tiempo. Él no hubiera surgido hace 5 años como candidato viable si no hubiera encarnado a este caudillo iluminado que irrumpe por un estado de ánimo iconoclasta, que quiere demoler las instituciones porque no confía en ellas. Pero yo siento que en esta segunda vuelta él ha pasado a ser un novel caudillo que irrumpe como el salvador de la democracia. Hoy día se vuelve la figura que puede proteger a la democracia contra el embate del fujimontesinismo. Él está dando señales de mucho temperamento, serenidad, y confío que interprete que su rol histórico ha mudado de signo con respecto a hace cinco años. Que haya firmado el Acuerdo Nacional me parece muy importante, porque él antes lo veía como una componenda de unos pseudo demócratas que él cuestionaba. Ollanta está aprendiendo a valorar la democracia porque esta situación absolutamente dramática lo obliga a hacerlo.
-¿Te parece que un político puede cambiar sus posiciones? Porque Humala podría calzar perfectamente con la descripción del Perfecto Idiota que tú describías en tu manual como el típico populista de izquierda.
Mi impresión es que estamos ante un Humala que ha tenido una evolución en los dos sentidos, en el económico y político. Humala hoy no es alguien que agitaría las banderas del etnocacerismo y mucho menos respaldaría con una cierta ambigüedad un alzamiento contra la democracia. Yo sí creo que es legítimo preguntarle por su rol en el ‘andahuaylazo’, es alguien que está a las puertas del poder. Mi objeción es que quienes lo están cuestionando por esto son ellos mismos golpistas que apuñalaron a la democracia por la espalda en los años 90. También hay un sector que lo está cuestionando, que es el que pidió la vacancia de Toledo durante su gobierno, algo que yo que tuve enorme dificultades con ese gobierno, nunca llegué a pedir. Me refiero al grupo El Comercio, que editorializó en ese sentido.
-Si revisamos la historia, hay muchos líderes que hicieron cosas distintas de las que plantearon en un comienzo.
El propio Lula, de Mujica no se diga nada, es un ex guerrillero que participó en atentados, que fue violento y que eso costó vidas humanas. Sin embargo, hoy día es un gobernante de izquierda liberal, sumamente interesante.
-En el Perú, si algún líder estuvo vinculado a SL o al MRTA se lo estigmatiza y se le machaca eso para toda la vida. No hay posibilidad de reinserción y se vuelve un castigo perpetuo.
Para mí es sencillo: si las personas han dado muestras fehacientes de haber evolucionado, a mí me parece una barbaridad cerrarles las puertas del sistema y de la democracia. Lo que hay que hacer es lo contrario, incorporarlos al sistema. Tú me dirás, si eso vale para la izquierda, por qué no vale para el fujimorismo. No vale porque ahí hay otros elementos, el primero, que el dictador está llevando los hilos de esa campaña, está vivo, vigente, activo, y los colaboradores de la dictadura que nunca hicieron acto de contrición sino que siguieron conspirando contra la democracia.
-¿Fue coincidencia que tu padre y tú hayan decidido votar por Humala en esta segunda vuelta?
Sí, yo había decidido que si pasaban Keiko y Humala a la segunda vuelta, votaría por Humala. Bueno, ahí no hubo influencia de mi padre porque no conversé con él de eso hasta el final, porque él rehusaba que esa fuera siquiera una posibilidad. Sin embargo, una vez que ocurrió, él hubiera podido adoptar la posición del voto en blanco, pero no se dio eso. Porque para él es un asunto de moral pública y no de cálculo político, terminamos en la misma posición. Reaccionamos frente a los hechos históricos con una perspectiva más moral que política.
-Hay un matiz: Tú dices 19 razones para votar por Ollanta Humala con cierta alegría, y él dice sin ninguna alegría. En las elecciones pasadas él apoyó a Toledo y tú le retiraste tu apoyo.
Esa ha sido la mayor discrepancia política que hemos tenido en mucho tiempo. Ahí yo cometí un error que fue permitir que la política se metiera en la familia y acabara en una disputa familiar. Yo estaba en el corazón de esa campaña y las pasiones son más difíciles de controlar en una situación como esa. Fue un error mío del cual me arrepiento. El otro error fue la del voto en blanco y viciado. Fue moralmente intachable porque la idea era enviarles a los dos candidatos un mensaje desde la sociedad civil, pero fue ingenua porque al final el público termina votando por una u otra opción. El miedo es un factor determinante en una segunda vuelta. Por eso yo les hablo con experiencia a quienes están por esa opción hoy. Y más grave es hacerlo en un contexto como éste donde está en juego la democracia.
-¿Cómo han tomado tus amigos liberales tu posición? ¿Te han encarado? Muchos de ellos apoyan fervientemente a Keiko.
No creo que quepa la neutralidad en una situación como esta en la que está en juego la supervivencia de la democracia. Los que apoyan a Fujimori son los que, de una u otra manera, apoyaron a la dictadura. Lamento que se les identifique con el liberalismo que es incompatible con el fascismo que está más cercano al chavismo que con la democracia. Si alguien ha hecho en el Perú lo que hizo Chávez fue Fujimori, la única diferencia es que no estatizaba empresas, pero las estatizaba de otro modo. Si tú eras alguien que hacía negocios de cierto volumen con el Perú, tenías que pasar por el SIN.
-Pero, por ejemplo, la opinión de tu amigo Carlos Alberto Montaner, que es coautor de El Manual del Perfecto Idiota, es de escepticismo hacia Humala.
Gran amigo. Yo lo entiendo, un cubano que ha pasado cincuenta años exiliado por un régimen comunista, que tiene información básica del exterior que dice que Humala es parte de la corriente chavista, entiendo que se le pongan los pelos de punta pensando que Humala podría entronizarse en el Perú. Probablemente no llega a medir a cabalidad el peligro que representa el fujimontesinismo.
-Entonces tampoco estarías de acuerdo con Fernando Rospigliosi que ha dicho que un gobierno de Keiko sería diametralmente distinto al de su padre porque ya no existe un Montesinos, y sin él Fujimori no hubiera hecho todo lo que hizo.
Yo tengo mucho respeto por Fernando, pero me parece que se equivoca. Está siendo generosamente ingenuo. Creo que como tiene un fuerte entredicho con Humala está haciendo prevalecer eso frente a la realidad de que la gente que destruyó la democracia, que violó los derechos humanos y que robó sistemáticamente está a las puertas del poder. No ha ponderado bien el peso de esos dos elementos.
-¿Si gana Humala, debería declarar que Chávez es un dictador?
Lo que cabe esperar de Humala es que tenga una distancia frente al ALBA y que privilegie las relaciones con los otros gobiernos latinoamericanos de centro izquierda o centro derecha. No creo que valga la pena distraer esfuerzos de la tarea pendiente en el Perú, pero sí debe haber una distancia. Si tuviera un acercamiento provocaría en el Perú un trauma y su gobierno erosionaría. Si él logra sobrevivir a esta campaña de demolición infame y gana la elección va a tener conspirando contra él desde el primer día, a una vasta coalición de antidemócratas. Si les da razones para que lo denuncien y hostilicen, va a erosionar su propio gobierno. Incluso por razones internas no le conviene un acercamiento.
-Te habíamos dejado como un ferviente defensor de las políticas neoliberales y ahora, ¿nos hemos salteado alguna parte de tu trayectoria?
Es que frente a un candidato de centro derecha que desprecie la democracia y los derechos humanos yo prefiero arrimarme a una candidatura de izquierda que me garantice la preservación de estos valores. Por ejemplo, los referentes de la izquierda liberal latinoamericana, como Lula, quien tuvo la inteligencia para ir desactivando la presión social a través de una combinación de políticas económicas responsables y de políticas sociales que dieron oxígeno al sistema. Posible es, pero no es fácil. Yo estoy viendo algo que no había visto en Humala, y es su temperamento frente a la tempestad. Responde con serenidad, nunca pierde la concentración.
-Tú antes eras un admirador de Margaret Thatcher, que era liberal económica pero conservadora en otros aspectos. ¿Sigues manteniendo esa posición?
Inglaterra venía de una era de socialismo a la antigua con una presencia aplastante del Estado y ella ofrecía un plan de capitalismo popular, de permitir el acceso masivo a la propiedad. No era una completa liberal, su visión de la conducta moral era conservadora, que no es la mía. Por ejemplo, Sebastián Piñera en Chile, su candidatura liberal de derecha me pareció atractiva porque eran dos décadas de gobiernos de centro izquierda que se habían anquilosado, había empezado a surgir algo de corrupción y llegaba la hora de un cambio. Sé que esa persona no pone en peligro los DDHH, porque se enfrentó a Pinochet en el referéndum pidiendo el voto por el no.
-El plan de Humala está lejos de ser el que tú quisieras.
Pero estoy funcionando con un cierto pragmatismo. Yo no quisiera que hubiera empresas públicas en el Perú, se las daría a los trabajadores, les daría acciones y que ellos decidan si las administran, venden o se asocian. En el caso de los conflictos entre las comunidades y las mineras, lo justo sería decretar que los campesinos no solo sean dueños de la tierra sino del subsuelo, y ellos son los dueños de esas minas y ellos decidirán el día de mañana si quieren explotarlas ellos mismos o si quieren asociarse con el gran capital o si quieren venderlas. Las comunidades han demostrado que no tienen nada de ingenuas, se organizan, sospechan y dudan de todo y han logrado crear un escenario en el que el impuesto a las sobreganancias mineras se ha convertido en parte del léxico político de todas las tiendas. Yo no desconfiaría de su capacidad para negociar con gran inteligencia con el gran capital.
-¿Qué opinas del apoyo de De Soto a la candidatura de Keiko Fujimori?
Es reiterativo. Él fue un tenaz defensor del golpe de estado y de la dictadura, solo que trató de disfrazarlo con el argumento de que él estaba ayudando al régimen a volver a la democracia, pero se tardó 8 años en hacerlo, y cuando volvió fue por la inmensa movilización de peruanos y peruanas en las calles donde él brilló por su ausencia, nunca acompañó políticamente esas movilizaciones como sí lo hizo con el régimen de Fujimori durante toda su existencia.
-¿Cuál es tu concepto de la derecha peruana? Nunca has estado ligado a la derecha rancia, salvo en la época de Libertad. Es una derecha prehistórica, como dice Juan Carlos Tafur, otro de los jóvenes turcos.
Claro, tenemos una derecha que se ha convertido en el principal problema en el país porque están trabajando activamente para destruir el sistema democrático que tomó muchos esfuerzos para reconstituir. Somos liberales y tenemos la mayor obligación de deslindar con ellos, porque nosotros no podemos aceptar que gente que desprecia los derechos humanos, la democracia, que son racistas - habría que ver los comentarios que se están haciendo en las redes contra Humala- pretender que esa gente representa la modernidad me parece un despropósito total. Y quienes somos liberales y hemos sido alguna vez percibidos como de derecha o de centro derecha tenemos una obligación moral de deslindar con ellos. Aunque hay grupos a los que no se puede asociar a esa derecha bruta y dura. Hay que reconocer que AP y sectores del PPC en su momento se jugaron por la democracia. Por eso yo lamento tanto que en el caso del PPC no hayan denunciado los intentos de PPK por respaldar a Fujimori y hayan adoptado esta actitud ambigua.
-PPK se ha convertido en el operador de Keiko y no tiene la transparencia de decirlo.
Sí, lo hace de una manera hipócrita y eso es lo que me parece más cuestionable. Lo hace de forma sibilina. Las personas que votaron por Kuczynski y no lo harán por Fujimori me parecen admirables. No se están dejando engañar, y si en un momento pensaron que él podía profundizar el modelo, hoy están entendiendo que quienes están en la línea de Kuczynski representan una amenaza para el sistema democrático.
-¿Y cuando vienes al Perú te sientes cómodo en Eisha, que es la base dura del PPKaísmo?
(Ríe) No, yo no voy nunca a Eisha. A la playa sí voy, de vez en cuando. Me interesa ver lo que está pasando en la sociedad, entonces hago extensos recorridos por los conos, y las zonas marginales de antes que están progresando, le tomo un poco el pulso al país. Lo otro es la vida familiar que es intensa. Vivir distanciado de la familia es una pérdida que hay que intentar recuperar.
Etiquetas: Álvaro Vargas Llosa, Analistas Políticos, Democracia, entrevistas, Fujimorismo, Ollanta Humala
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