jueves, 21 de abril de 2011

JUAN CARLOS TAFUR: CIEN BUENOS DÍAS DE VILLARÁN

Dejamos por un momento de lado la segunda vuelta electoral para de dedicarnos a nuestra Alcaldesa de Lima, la señora Susana Villarán, quien acaba de cumplir sus 100 primeros días de gestión, los cuales han sido analizados por Juan Carlos Tafur (del cual estamos publicando periódicamente sus artículos en este blog en La Columna del Director del Diario 16) bajo el título Cien buenos días de Villarán, que a muchos puede sonar sarcástico, pero que bajo el punto de vista del periodista tiene mucho de verdad:

Calificar de desastrosa la gestión de Susana Villarán al frente de la Alcaldía de Lima es una grosera manipulación proveniente de la prensa aprofujimorista. Sin ningún sustento se le pide resultados apenas a cien días de haber asumido el cargo, con el claro propósito de desacreditar a un partido de izquierda y con el objetivo subalterno de afectar –eso creen, al menos- la candidatura de Ollanta Humala a la Presidencia.

En la práctica, Villarán lo primero que ha tenido que hacer es poner en orden el caos heredado de la gestión de Luis Castañeda, la misma que ha dejado contratos amarrados, licitaciones sospechosas y una administración, por decir lo menos, poco profesional.

Pragmáticamente ha optado, además, por continuar las obras inconclusas, a sabiendas de que muchas de ellas adolecen de serias irregularidades, bajo el criterio de que desandarlas y encauzarlas correctamente a quien más afectará será a los habitantes de la ciudad.

En las próximas semanas se tendrá que dar a conocer los pasivos heredados, muchos de los cuales harán que el caso Comunicore parezca una travesura, dada la magnitud de los enjuagues.

Quienes tanto alaban a Castañeda Lossio deberían recordar, por lo pronto, que en sus primeros cien días, el fallido candidato presidencial de Solidaridad Nacional lo único que hizo fue mover la estatua de Francisco Pizarro, dejando en clara evidencia que lo suyo iba a ser la realización de obras efectistas, sin importar su sentido urbano.

La administración Villarán asegura, para empezar, honestidad a prueba de balas, solvencia profesional del equipo que la acompaña y una voluntad de actuar con seriedad.

Sus enemigos auguraban, en su extremo delirante, que Villarán iba a convertir Lima en una ciudad “comunista”, con la educación entregada a subversivos y las banderas rojas flameando en todas las esquinas de la ciudad. Disparates  dignos de un análisis psiquiátrico, por cierto.

Las mentiras pueden surtir efecto en el corto plazo. De hecho, han mellado el nivel de aprobación de la nueva autoridad edil, aunque ello se ha debido también a la falta de respuesta política de Fuerza Social respecto de las gruesas falsedades que se le imputan. Pero a mediano plazo se podrá entender que esas mentiras tienen patas cortas.

Confiamos en que los hechos mismos terminarán por desbaratar la reaccionaria maquinaria de demolición digitada por un coro monocorde proveniente de una derecha cavernaria, bruta y achorada, incapaz de entender que el poder se comparte y que la diferencia es bienvenida en democracia.

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